Juguemos en el bosque mientras el lobo no está...¿el lobo está, si o no? - {Castiel & Lucan}

Seguía dando vueltas en la cama, enredándome más y más en las sábanas, hasta que el antiguo reloj despertador me levantó por completo -¡VAAA! ¡Ya calla de una vez, mierda!- le grité mientras con mi mano tiraba manotazos para presionar el botón de la alarma.

Madrugar, levantarse temprano, tarea y el instituto eran palabras que carecían de sentido para mí y más en si coincidían una misma oración. Este bendito instituto donde había venido a parar, donde todo el mundo era del dueño del mundo, hijos de bien, chicos deportistas con todos sus sueños por cumplir; chicas, las más hermosas que pudieras imaginar, en sus estúpidos trajes de lentejuelas y demás, todo un puro bla bla bla y parafernalia. No conocía a más de uno, que digo, no conocía ninguno que no utilizara la jerga de moda, que tenía los mejores autos para exhibirse en el estacionamiento, y demás idioteces. Los odiaba, sinceramente, ver que se preocupaban por cosas inútiles y materiales me provocaban ganas de abriles la cabeza para ver si tenían cerebros. Eso dejando fuera a chicos becados, como era mi caso, obvio.

Rezongué al levantarme, no quería irme de mi camita, pues anoche había salido a reventarla y pues me había recostado ya con los primeros rayos del sol. Si mi padre supiera esto de seguro que me castigaría…
James, mi tan ingenuo padre, que de estar aquí conmigo tampoco podría domarme, y ya a estas alturas le habría dado varios dolores de cabeza. Sonreí al ver el portarretrato en mi mesita de luz, nosotros dos más jóvenes, felices, hasta podía sentir el sonido de su risa mirando esa perfecta fotografía. Rápidamente, mi vista se empezó a nublar y sentía como el ardor comenzaba a hacerse paso en el fondo de mi garganta, humedeciendo así mi rostro. ¡Carajo que lo echaba de menos! Me negué a dejar que las lágrimas siguieran su curso y velozmente me encerré en el baño para así cumplir con mi rutina diaria de aseo antes de ir al instituto.

No me tomaba más de quince o veinte minutos estar lista, pues a diferencia de otras chicas, yo no iba a coquetear. En realidad, no sabía bien que hacía en ese lugar, pero de una cosa de la que estaba segura era que no estaba allí solo para ser una estúpida cabeza hueca cheerleader. Tomé solo una manzana para el camino como desayuno, mientras salía de casa a trote para llegar a la parada del bus y así llegar medianamente no taaaan tarde al instituto. Además, siempre me las ingeniaba para salir de castigo u horas extras si llegaba tarde a mis clases. Como sea, no fue nada más al llegar que mis planes dieron un giro de 360°. Si algo que odiaba, igual o puede que aún más que tener que venir a este apestoso lugar, eran los niños mimados. No los soportaba, sentía como la manzana estaba atorada en mi garganta a punto de salir hacia fuera por las terribles náuseas que me causaban esos estúpidos.

En un ágil movimiento había trazado un atajo hacia el jardín en la parte trasera para evitar a toda esa bola de payasos. Ya me saltaría las clases, total, no creo que nada grave podría ocurrir, además, Nathaniel podría sacarme de esta una vez más. Hurgué en mi mochila un paquete de cigarrillos y con el zippo detrás de mis jeans lo encendí medio a escondidas, dando la primera calada detrás de unos frondosos arbustos que me escondían de cualquier mirada que pudiera estar vigilándome.
-Me saltaré la primera clase, por si quieres venir estoy en el jardín- había tecleado en mi celular un mensaje para Castiel, el único verdadero amigo que tenía por estos lados.

La alarma del móvil empezó a sonarme avisándome de que era hora de que me levantara. Tenía clase, para varias. Cada vez me costaba más madrugar, de por si no es que tuviese el mejor humor del mundo pero madrugar era algo que podía conmigo. Si me cruzabas una sola palabra recién levantado podía matarte con la mirada.

Me dí la vuelta quedándome dormido de nuevo sin apenas darme cuenta hasta que la alarma empezó a sonar de nuevo. Odiaba las tecnologias. Si no las apagabas en condiciones ella misma se encargaba de sonar 10 minutos después de la alarma inicial. Me levanté apartando las sabanas de mi con mala leche y me incorporé dirigiendome al servicio para darme una ducha rápida antes de irme al instituto.

Al cabo de unos 20 minutos ya estaba duchado y vestido, aunque no muy peinado. Me cogí la mochila colgandomela del hombro y me metí el café en un vaso de plástico que usaba para llevarmelo de camino al instituto, ya que la mayoria de los dias tenía que salir a gran velocidad de casa y no me daba tiempo ni a desayunar.
Al salir de casa la luz del sol me cegaba, por lo que entrecerré los ojos y me coloqué la chaqueta. Era una mañana fría.

Cuando estaba casi a punto de llegar apareció mi salvación a las clases. Mi único animo por las mañanas y una de las pocas personas que valían la pena en aquel lugar. Hayley.
Me dirigí hacía el jardín y allí la encontré, de espaldas a mi. Estaba con el móvil en la mano y con un cigarro en la otra. Se lo cogí justo cuando pasé por al lado suyo y le dí una calada cerrando los ojos y abriendolos después para mirarla con una sonrisa ladeada-Me haces escaparme de las clases y me recibes con mi cigarro encendido nada más levantarme, ¿te he dicho alguna vez que eres la mejor?-Bromeé soltando una pequeña sonrisa y devolviendole el cigarro-¿Como estás? Llevo un par de días sin verte.

Había tecleado unas veces más en la pantalla del celular hasta llegar al reproductor de música. Si había algo que hiciera mi vida un poco mejor, eso era definitivamente la música. Pasé unos cuantos temas hasta quedar en uno de oasis, me puse los auriculares y di otra calada al cigarro. Todo estaba tranquilo, así como me gustaba. Sin presiones, sin obligaciones, sin esos estúpidos ricachones, sin los profesores que me enviaban cada dos por tres de castigo.

Estaba tan distraída que había olvidado el mantenerme “oculta” por estos lados, si alguien me viera seguramente acabaría temprano ese día junto a Nathaniel. Pero que va, se estropearía la costumbre diaria si faltara a los castigos, ¿no? Estaba a punto de dar una nueva calada cuando una mano extraña me retiró de repente el cigarro, estaba a punto de maldecir, pero callé al ver de quien se trataba.
-Castiel…- me quité los cascos y guardé el cel en el bolso escuchando a sus palabras –Menos mal que no me trago tus cuentos pero…- recibí el cigarro y le di una calada, devolviéndoselo luego –tienes razón en que soy la mejor- le dije mientras le dedicaba un guiño en forma de broma. Había creado unas formas irregulares en el aire con el humo, mientras me colocaba la capucha de mi abrigo, y luego guardaba mis manos en los bolsillos. Se había puesto más fresco desde mi salida de casa. –Es verdad… pero veo que te has apañado para sobrevivir sin mi ¿eh?- reí mientras me movía un poco en el lugar. “Solo unos días con quien dice ser mi madre, eso es todo” reí para mí misma por esta estúpida cavilación –Hice un viaje para visitar a mis abuelos, además estaba suspendida por, ya ni recuerdo… aunque de seguro fue tu culpa- le incriminé seria pero no me contuve y luego solté una risotada. Casi todas las que nos liábamos siempre caíamos juntos, pero yo por alguna extraña razón me pasaba más tiempo en castigo, aunque no me disgustaba, estar aislada de estos retardados y de mis compañeros del equipo de basquetbol, ¡sí que valía la pena estar en detención!

-¿Y tú, en que andas?- le pregunté para sacar tema de conversación, mientras me distraía observando por entre algunos árboles como desfilaban grupos de alumnos por el lugar. Hasta que un llamado había reclamado mi atención. Un pijo, que digo, “El pijo”, Lucan. Era el karma, de seguro, nos estaba haciendo pagar por todo los problemas que habíamos causado. Su aire de superioridad había contaminado el oxígeno del jardín, envenenando mis pulmones, más que el cigarrillo. Su forma de hablar, sus gestos, sus… aggg! Todo, absolutamente todo me molestaba. Estaba a punto de mandarlo derechito por donde había venido pero me inmovilicé. No podía creer lo que había hecho, mis ojos no me mentían. En vez de contestarle, solo lo desafié sacando otro cigarro, encogiéndome de hombros y tirando el humo en su dirección. Puse mi mejor ánimo para pasar totalmente de él –Castiel, ¿me parece que una mosca, no, un asqueroso insecto está merodeando por estos lados?- actuaba como si el no estuviera, ignorándole completamente calando otra vez el cigarro, enviando más humo cerca de él. Era muy temprano para reventar, aunque no me sería difícil, no es que nunca me hubiera enfadado temprano en las mañanas, es más, por las mañanas solía tener el peor humor de todo el mundo.

OFF: Perdón la tardanza, fue semana de examns y trabajos >.<